GIGANTE: EL ROMANCE DEL GUARDIA Y LA LIMPIADORA
Se trata de «Gigante», una entrañable comedia dirigida por el argentino Adrián Biniez (que reside desde hace años en nuestro país) quien trabajó junto a todos sus amigos y compinches de la Productora Control Zeta en Uruguay.
Cabe subrayar el logro porque el largometraje puede calificarse como un refinado ejercicio de humor donde la simple trama sobre un corpulento empleado de seguridad enamorado de una encargada de limpieza de supermercado se convierte en una encantadora fábula romántica.
A decir verdad, muy poco más se puede anticipar en el plano anecdótico ya que todo gira a partir de dicha idea y la riqueza del filme está dada, precisamente, en el paulatino descubrimiento que el protagonista hace de su princesa soñada. Lo que sí debe resaltarse es la inteligencia con que Biniez desarrolla su eje temático (en el que la terrible timidez del gigantón, a la hora de abordar al amor de su vida, desentona con su fornida presencia) sin caer en obviedades de teleteatro.
Por el contrario, «Gigante» apuesta al detalle ingenioso y al armado de un rompecabezas donde el monitoreo de las cámaras de seguridad también van haciendo su propia edición secuencial a través del seguimiento que el tímido coloso realiza sobre la mujer de sus sueños. Dicho seguimiento se prolonga fuera del ambiente laboral y va descubriendo posibles gustos en común (el heavy metal, las películas de terror, etcétera) que son compartidos con un espectador cómplice, además de algunas risibles sorpresas al margen que funcionan como picaresco condimento en el desarrollo argumental.
Otro dato a resaltar, muy especialmente, tiene que ver con el especial cuidado que el actor Horacio Camandule pone a la hora de elaborar el perfil de su personaje (un grandote bueno, en definitiva). Una medida gestualidad alcanza y sobra para que Camandule despliegue un abanico de emociones que van desde la curiosidad inicial hasta el perdido enamoramiento. De esta manera, nos descubre un mundo interior donde la rudeza de su trabajo (hace horas extras de patovica en una discoteca y se liga algún garrón que otro) se opone a la ternura natural de su carácter como el lejano Bud Spencer de la saga «Me llaman Trinity».
Cabe señalar, sin embargo, que no resulta oportuno dejarse influir por tanto premio internacional y creer que vamos a encontrarnos con una obra maestra del séptimo arte. «Gigante» es una película «chica», de bajo presupuesto pero con un corazón enorme. La grandeza de su registro está, precisamente, en sacar el mejor partido de su historia mínima con gran economía de recursos y mucho talento. Lo que simplemente cabe, entonces, es paladear este hallazgo encantador y disfrutable de principio a fin. Vale.
Gigante. (Argentina / Uruguay /España/ Alemania; 2008). Guión y Dirección: Adrián Biniez. Fotografía: Arauco Hernández Holz. Edición: Federico Peretti.Producción: Control Zeta / Rizoma Films / Pandora. Con Horacio Camandule, Leonor Svarcas, Diego Artucio y Fernando Alonso.
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