El adiós a un poeta mayor
Pero cuando ese versificador es un amigo entrañable, están ausentes un ser humano y varios libros que, en definitiva, fueron los que quedaron como testimonio de la vida de quien nos deja. Faltan, sin duda, muchas cosas.
Eso sucedió en la medianoche del pasado 3 de marzo en Montevideo en que falleció Salvador Bécker Puig, poeta mayor, comunicador y periodista, que había nacido el 9 de enero de 1939. Lo conocí en el famoso bar Outes, de Yaguarón y Mercedes, propiedad de otro gran amigo, Germán Outes. Allí frecuentaban desde intelectuales a pintores, pintores y famosos cantores como Alfredo Zitarrosa, cracks del fútbol como José «Pepe» Sasía, Pedro Grafigna y Luis Alberto Luz. El Outes era una institución. Y uno de los parroquianos célebres era Bécker. Así le llamábamos, como si fuera el célebre bardo español. También llegaban puntos altos como Rosario Peyrou, Mariana García Vigil, el «Tango» Errea, Juan Peyrou, Lucy Rodríguez, Julio Guillot, etcétera. Salvador Puig siempre encontraba un rincón confidencial para hablar de sus ídolos: Octavio Paz, Paul Verlaine, Roland Barthes, Juan Carlos Onetti y tantos otros. Y también encontraba un interlocutor, un duende para el diálogo. No escribía en el bar, pero siempre andaba con un librito subrayado. A menudo hablaba, como todo el mundo, de fútbol, fundamentalmente de Juan Alberto Schiaffino, un jugador para el asombro, un refinado al cual no entendían los hinchas rústicos. A él le dedicó un excelente poema.
El poeta que nos dejó tampoco era para lectores comunes. A él le corresponde la máxima de Borges: «A veces pienso que los buenos lectores suelen ser cisnes aún más tenebrosos y singulares que los buenos autores.»
Salvador Puig publicó siete libros de poemas: La luz entre nosotros (1963), Apalabrar (1980), Lugar a dudas (1984), Si tuviera que apostar (1992), Por así decirlo (2000), En un lugar o en otro (2003) y el impecable Escritorio (2006) prologado por quien esto escribe. Su ausencia es más humana que intelectual, su permanencia la dará su calidad de poeta, su amistad no tiene sustituto. Ha partido un hombre singular, con talento, con nervio, un hombre de los que van quedando pocos.
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