Magistrales grabados
El proceso de donación se inició hace un par de años, durante la dirección de Angel Kalenberg, y la demora en concretarse indujo, a quien escribe, a difundir la noticia de una frustración luego desmentida por Eduardo Darino, coordinador de los diferentes, engorrosos trámites, hasta la llegada al destino seguro. En principio, eran 98 grabados y por eventuales circunstancias quedaron reducidas al número que ahora se exhibe en el Museo Nacional de Artes Visuales. No son las únicas obras que posee esta institución. Entre otras, figura una recién descubierta carpeta, Los infrahumanos, serie de 10 grabados fechados en 1945.
Como toda donación, es un deber imperioso mantenerla en contacto con el público el mayor tiempo posible, aunque en el caso de las estampas, por su misma condición técnica, no es conveniente más allá de lapsos relativamente breves y alternados. Además, el MNAV, como todos los museos del país, no soportarían donaciones, ya que carecen de espacios suficientes que apenas alcanzan para mostrar la décima parte de su acervo. Es una asignatura pendiente que tienen los gobiernos y los ministerios con las instituciones museísticas, confirmadas por declaraciones del saliente director de cultura del MEC. Y el museo del Parque Rodó necesita urgentemente la ampliación y la adecuación a normas internacionales de exhibición y mantenimiento, de lo contrario cualquier director tendrá el dilema entre mantener la colección estable o presentar exposiciones temporarias que actualicen la sensibilidad del público. El equilibrio es difícil de conservar y así se demostró a lo largo de décadas, donde lo transitorio desplazó a lo permanente.
Las estampas de Frasconi, un hombre que a los 89 años (menos que los 95 de Carmelo Arden Quin) conserva su lozanía creadora, revelan en cada oportunidad que se dan a conocer al público, una lección del acto de grabar y del compromiso con la realidad de su tiempo. Ambos artistas uruguayos deberían designarse, como sucede en el Japón, patrimonio cultural viviente, difundir por todo el país y fuera (por lo menos el Mercosur) su obra excepcional. Quizá ahora que hay nuevas autoridades en el MEC y MEF, ocurra algún milagro, si saben escuchar el ritmo de la vida.
Pocos son los grabadores que tan sabiamente dominen y conozcan íntimamente los secretos y posibilidades de la plancha de madera, que tengan la capacidad de representar un tema urticante como la violencia y la tortura ejercitada con perversidad y ensañamiento como la dictadura militar en Uruguay, inventar formas para atraer al centro de la imagen la mirada del receptor, despertar su admiración y emoción profunda y no el rechazo del panfleto vulgar a que son tan afectos muchos artistas que desconfían de la inteligencia del observador.
La serie Los desaparecidos, 1981- 86, fue conocida en la exposición colectiva homónima efectuada en el MNAV hace dos años y antes, en la inolvidable retrospectiva de 1986 con excelentes reproducciones en el catálogo. Pero ahora, recobran una impresionante actualidad en el aislado recinto pintado de negro, y el impacto resulta mayor. En especial, es posible penetrar en la lectura minuciosa de cada estampa y verificar la seductora invención del aprovechamiento de la veta de la madera para representar figuras de envolvente barroquismo en sus sucesivos pliegues y ondulaciones, la violencia ejercida por hombres sobre los hombres. No es el encandilamiento de la ferocidad inmediata lo que que captura, sino el encuentro detenido que envuelve, como una telaraña visual, al espectador para develar la realidad última y sobrecogedora de la condición humana. Como Goya, como Picasso, Frasconi denuncia la barbarie de la humanidad en tiempos de cólera. No quedó indiferente al atentado 11-S en Nueva York y así lo registra. Pero también recuerda a sus admirados Walt Whitman, Langston Hughes, Sacco y Vanzetti, Duke Ellington, figuras emblemáticas de su extensa producción. Sería interesante que se pudiera proyectar un excelente cedé de Eduardo Darino sobre la manera de trabajar de Frasconi. La muestra permanecerá abierta hasta el 19 de octubre. No hay que perderla.
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