Pepe Guerra, Numa Moraes y Erika Busch, hoy en el Yale
Pepe Guerra es uno de los artistas mayores de nuestra cultura popular. Cuando uno escucha esa voz tan cálida y portentosa de inmediato lo reconoce. Si se es un auditor atento, la densidad o el espesor que le otorga a sus canciones, por su calidad estética y conceptual, por la generosa expresividad de su registro impar, hacen de estas un verdadero placer para los sentidos. Lo cierto es que en su madurez, este ícono de la canción popular, apuesta a las variaciones y en este espectáculo (entre sus canciones más celebradas), pondrá a consideración algunas otras que en su peripecia artística han quedado algunas veces de lado y que ahora rescata por su innegable actualidad.
Guerra tiene un majestuoso poder de convicción, una sensibilidad exhuberante y una excelente línea compositiva, donde, además, ejecuta unos solos de guitarra impecables.
Aunque a esta altura de su imponente trayectoria parezca «llover sobre mojado», bien vale la pena recordar que José Luis Guerra nació en la ciudad de Treinta y Tres y su único oficio fue siempre el de cantor popular. Sin olvidar nunca su origen humilde, logró sin proponérselo, que en Uruguay su nombre se fuera haciendo sinónimo de la música del pueblo, sintetizando en sus cantares el sentir y los ritmos de su gente. Un dato contundente es que no existe ningún uruguayo dentro o fuera del país, que no sepa quien es Pepe Guerra, el cantor que nació junto al río Olimar.
Integró el dúo Los Olimareños junto a Braulio López, que con 44 discos editados recorrió el mundo entero obteniendo innumerables discos de oro y platino. El dúo ya no existe, pero permanece vivo en la memoria colectiva de todos los uruguayos como un punto referencial. Más que un conjunto de canto popular, sigue siendo un fenómeno social irrepetible. Desde 1978. Guerra vivió en el exilio cantando por el mundo con el dúo, residiendo en España y México, volviendo definitivamente al Uruguay en 1984.
En 1990 inició una brillante labor como solista, recorriendo un nuevo y definitivo camino, demostrando en los escenarios su potente comunicación con el público. Su guitarra tiene un toque exclusivo, inconfundible, y la voz de Pepe Guerra es reconocida en las canciones populares como una de las características uruguayas desde la década de los 60 a la fecha. Ya sea en la ciudad o en los lugares más recónditos del campo, este olimareño no hace más que refrendar día tras día su arraigo popular con el reconocimiento de ser profeta en su tierra. Lo cual se manifiesta en una convocatoria infalible.
Por su parte, Héctor «Numa» Moraes nació en Tacuarembó en 1950, grabó su primer disco en 1968, fonograma que fue editado un año después bajo el título «Del amor, del pago, del hombre». Numa pertenece a una estirpe de folcloristas de raza, esos en los que sus vidas personales son absolutamente coherentes con su prédica artística.
Desde muy joven eligió el folclore como una filosofía de comportamiento y esa actitud le llevó a situarse en un lugar preferencial del afecto de quienes le conocen. Hombre bonachón por naturaleza, Numa es otro de los íconos mayores de la canción popular uruguaya.
A principios de 1970 publicó su disco «La Patria, compañero» cuya canción homónima se transformó rápidamente en un emblema generacional. En 1972 comenzó un largo periplo por otras naciones americanas y ya no pudo retornar a Uruguay por causa de la dictadura instaurada un año después. En 1975 desembarcó en Holanda, nación en la que desarrolló una intensa actividad con proyección hacia distintos países europeos en un trabajo solidario de resistencia contra las dictaduras latinoamericanas. Allí grabó cuatro nuevos discos y compuso música para un par de obras teatrales.
En 1984 retornó a Uruguay, editó un disco llamado «Los niños son los que saben» y retomó su actividad como docente de guitarra. En 1988 grabó junto a Alfredo Zitarrosa el disco «Sobre pájaros y almas». Luego vendrían otros fonogramas, entre ellos «De punta y hacha», «Memorias del pago», «Numa canta Osiris» «Canciones de la patria grande» «Desde el cielo de mi tierra» junto a la exquisita Vera Sienra. Durante todos estos años, sus trabajos discográficos están acompañados por innumerables conciertos a la largo y ancho del país y también fuera de fronteras, así como de una invalorable labor docente y de difusión del folclore latinoamericano a través de diversos programas radiales.
Desde hace un tiempo alterna canciones con Erika Busch, una joven compositora y cantante de alto vuelo. El precio de las localidades para esta noche es $ 100.
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