Matar a todos, un filme para la polémica
El guión narra la historia de los días finales del siniestro científico, después de la Operación Cóndor, cuando Berríos fue sacado clandestinamente de Chile por miembros del Ejército, y escondido en Uruguay, donde perdió el control (y habló demasiado) hasta que acabó increíblemente secuestrado en la casa de verano de un general uruguayo. De ese lugar se fugó pero lo atraparon, y una mañana apareció en la playa de El Pinar con dos balas de Magnum 357 en el cráneo.
Para la prensa chilena, la exhibición de «Matar a todos» de Esteban Schroeder resultó «un hecho inusual» ya que en el país andino, «el caso Berríos ha sido sistemáticamente soslayado por los medios y ha tardado más de una década en tener alguna consecuencia en los tribunales» mientras «sus principales protagonistas y responsables están vivos, son públicos y activos». En el libro testimonial Crimen imperfecto, el periodista Jorge Molina reveló hace tiempo los nombres de los agentes del Ejército chileno que sacaron a Berríos del país para después asesinarlo. Ultimamente el caso volvió a tomar notoriedad con las declaraciones del ex fiscal Fernando Torres Silva, quien aportó nuevas ramificaciones del crimen.
Eugenio Berríos era llamado «el genio de la química» o «el químico de su Excelencia» y tenía un par de alias como «Hermes» y «el Conde». Aparentemente supo ser una especie de play boy cocainómano, amante de la dolce vita, los autos descapotables y las rubias de plástico. Agente especial de la policía secreta de Pinochet, también manejó un perfil egocéntrico y artificialmente extrovertido que escondía según conocidos a una persona depresiva (y sexualmente complicada) que terminó sus días acorralado en tierras extrañas y asesinado por los cómplices de antaño. Entre su retorcida biografía pueden detectarse hechos muy puntuales que hablan de su enrolamiento en «Patria y Libertad», la convocatoria del mismísimo Pinochet luego de su egreso de la Universidad de Concepción, el tristemente célebre laboratorio en la casa de Michael Townley, en Villa Naranja y la desesperada llamada telefónica en la que, inútilmente pidió ayuda a la embajada chilena en Uruguay antes de desaparecer del todo.
Fabricante del gas sarín (un producto empleado por los nazis, que mata produciendo el mismo efecto de un paro cardíaco, sin dejar huellas) está acusado, además, de ser el autor del primer magnicidio en la historia de Chile, envenenando al ex presidente Eduardo Frei en 1982, entre otras cosas como vender armas a Irán e Irak. También consta su participación en otros dos homicidios renombrados, el del ex canciller Orlando Letelier (setiembre de 1976) y del diplomático español Carmelo Soria (julio del mismo año).
El director Esteban Schroeder dijo que » ‘Matar a todos’ pretende hacerse un lugar en la expresión cinematográfica latinoamericana. Es una película histórica y atemporal a la vez. Narra una historia pasada pero interroga sobre nuestro futuro. Lo hace desde un testimonio de vida, el de una mujer que teme haber sido engendrada por el demonio, pero a la vez, teme por perseguirlo». El cineasta, en declaraciones a la prensa internacional, recordó con dolor la persecución política que se llevó la vida de su hermano. Hoy valora que «la misma colaboración que se dio entre países para perseguir y destruir vidas, acá se reúna como punta de lanza para hacer una representación que llegue tan a tiempo para propiciar una buena reflexión».
En la película, una abogada uruguaya (Roxana Blanco), investiga el secuestro del científico buscado como testigo por la Justicia cuando todo indica que la oficialidad uruguaya lo protege, a cambio de colaboración en la fabricación de armas químicas. Pariente directo de altos mandos del Ejército, Julia sospecha que su propio padre estaría involucrado en el crimen. Sobre dicha vuelta de tuerca, el realizador señala que «hay una cierta estrategia narrativa donde el trabajo de Berríos representa los límites del mal que son telón de fondo de una historia de vida, de una mujer que interpreta su pasado y que sólo conociéndolo puede construir mejor su futuro».
La película llevó cinco años de producción y Schroeder confesó su alegría sobre el resultado final: «Estoy absolutamente feliz, cuando los espectadores la vean notarán un nivel sobresaliente, una selección con lo mejores representantes de Argentina, Chile y Uruguay, que se unieron en un proyecto de esta envergadura. Fue una experiencia maravillosa desde el punto de vista de la integración artística y humana». Según Schroeder, » Matar a todos» es un trabajo artístico «que puede impactar de manera tremenda en la valoración social, sobre todos estos temas, pero la película propone una historia de vida de una mujer que cree que interpretando su pasado puede construir mejor un futuro para ella, y esa metáfora creo que nos puede ayudar a todos. Los abismos que recorren la vida del personaje femenino son los que recorren nuestros países». *
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