Videoarte uruguayo con todo
El surcoreano Nam June Paik inventó el videoarte en 1985. En estos días, acompañando la feria española Arco, la Telefónica de Madrid le dedica una muestra a ese creador, figura capital del movimiento Fluxus e investigador incansable de los nuevos soportes tecnológicos. Pero el videoarte no se impuso al gran público con la rapidez de sus numerosos oficiantes y los hallazgos de personalidades mayores (Bill Viola, Gary Hill, Bruce Nauman, para citar una trilogía clásica).
Al principio, incluso los críticos de arte fueron renuentes a asistir a las sesiones (no siempre en condiciones cómodas de visionamiento, algo que sucede todavía hoy) y aún son muchos aquéllos que resisten el lenguaje y la frecuentación del videoarte. Su difusión comenzó en galerías y centros culturales, se amplió a muestras temporarias en museos, aunque éstos no mantienen, salvo en contados casos, obras en permanencia. Y una sola bienal, la tercera de Lyon, de 1995/96, fue la única que dedicó una retrospectiva y un balance actual al videoarte. Y fue memorable, incluyendo un catálogo con textos de varios especialistas. Ahora es habitual que en los encuentros internacionales (bienales de Venecia, San Pablo, Mercosur, Documenta y en ferias de arte, preferentemente, Basilea) se realicen envíos aislados o incluidos en enormes instalaciones. Aunque de especial interés, y siendo mayoritarios, no atraen a grandes sectores de visitantes por falta de un entrenamiento visual o por la extensión de la obra, difícil de soportar en una bienal donde hay mucho para ver.
En Uruguay, como de costumbre, la técnica se adoptó con atraso, en 1982. Antes, la sensibilidad de los artistas y especialistas se preparó al contacto con las películas de arte que, desde los años veinte, y a partir de la segunda posguerra mundial, varios célebres realizadores incursionaron por el análisis de las imágenes pictóricas (Alain Resnais, con sus memorables incursiones por Picasso y van Gogh), así como la difusión en centro culturales (en especial la Alianza Francesa) y en los cursos de arte que allí se realizaban. Quien escribe recurrió, como herramienta de apoyo visual, primero a los filmes (luego registrados en video) y empleó la cámara VHS para el registro de exposiciones e instalaciones (un documento hoy inestimable e histórico) y cursos sobre el arte del video (historia y estética) en centros culturales y en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de la República. Obras maestras de Bill Viola fueron así conocidas y en ciclos en el Museo Nacional de Artes Visuales.
Enrique Aguerre, curador de La condición video. 25 años de videoarte en Uruguay (Centro Cultural de España) tuvo la acertada y oportuna idea de recordar el aniversario de su aparición en el país e inventariar su historia, los protagonistas y las obras, hacer el primer inventario de un extenso material. El excelente diseño de montaje (Aguerre-Alvarez Cozzi) en la planta baja del CCE, sobrio y atractivo, está dividido en diferentes capítulos o secciones, «para quitarle opacidad a esta masa enorme de documentación que ha generado el videoarte a través de la prensa escrita, libros y catálogos especializados, y a fin de destacar lo que a nuestro juicio parecen ser los hitos más relevantes de esta breve e intensa historia»: Los inicios (1982-1987), Núcleo Uruguayo de Videoarte (1988-1994), El video como herramienta (1995-1999) y De ceros y unos (2000-2006), estudiados detenidamente en su características.
Cada apartado ofrece videos en exhibición de una hora aproximada de duración, con obras oscilantes entre 2 y 15 minutos, el tiempo prudencial para el visitante. Que, todavía, habituado a la pintura tradicional que aparentemente consume con mayor rapidez, le resulta difícil de aceptar siempre y cuando el video no tenga el inmediato atractivo de ideas y realización.
Es oportunidad única, excepcional para conocer lo fundamental de la historia del video nacional. Desde los pioneros (Fernando Alvarez Cozzi, Eduardo Acosta Bentos, Enrique Aguerre, Clemente Padín, que mantuvieron y ampliaron sus recursos expresivos) a las nuevas generaciones (Eduardo y Guillermo Casanova, Guillermo Amato, Patricia Bentancur, Fernando Sicco) y los talentos, reconocidos en el exterior, de Daniel Umpiérrez (Dani Umpi), Héctor Solari, y los más jóvenes como Javier Abreu, Martín Sastre (de fuerte presencia en la Bienal de San Pablo y en España) y Juan Pedro Fabra Guemberena (invitado por el director de la Bienal de Venecia cuando todavía no había terminado los estudios académicos), aunque este último (y es una lástima) no integre la nómina de participantes.
La condición video en el Centro Cultural de España puede visitarse hasta el 4 de abril, de lunes a sábado de 11.30 a 20.00. Es una muestra imperdible, un ejercicio (y un disfrute) para adentrarse en los nuevos soportes tecnológicos utilizados por creadores uruguayos. *
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