Saben por viejos y por Buitres
La figura de los dúos siempre ha sido factor determinante en el largo y pedregoso historial del rock.
El fenómeno se expresa claramente con las capacidades creativas – destructivas de gente como Lennon-McCartney, Jagger-Richards, Gilmore-Waters, Page-Plant, los hermanos Gallagher y la lista podría ser casi infinita. En nuestro medio, y sólo hablando de rock, las parejas también son parte misma del ideario rockero criollo y sin duda que la dupla conformada por Gabriel Peluffo y Gustavo Parodi es, de alguna manera, la personificación misma del rock uruguayo. Es que estos ahora cuarentones le dieron forma al renacimiento del rock nacional a través de la banda de mayor peso específico de los últimos veinte años (Los Estómagos) y cuando se bajaron de ese tren en marcha y a toda velocidad, se reinventaron como Buitres, grupo que además de ser el más importante del medio, se constituyó en una suerte de misa obligada para la tribuna. Peluffo-Parodi están adheridos a fuego en el más rico historial del rock vernáculo, pese a quien le pese. Está claro también que lo han logrado por medio de una actitud que siempre ha sido franca e inoxidablemente honesta, algo no muy corriente en el mundo modelo 2003. También están las canciones, esas que fueron, y son, transportadoras del sentimiento colectivo, esas que logran elevar la temperatura de la sangre hasta niveles intolerables, esas que se encargan de decir cosas que representan a muchos, esas mismas que son parte de la banda sonora de buena parte de los jóvenes de este país. Y no tan jóvenes, habría que aclarar.
Y parte de la misa que se menciona más arriba, es la edición de Mientras (Edita Koala), el décimo disco de Buitres y que viene a corroborar algunas verdades y establecer algunos nuevos mojones en el presente del grupo más clásico del rock uruguayo. Lejos de todo vedettismo escénico y de no creerse eso de ser «estrella de rock», sea lo que sea que signifique, el dúo vuelve a confirmar su gran capacidad compositiva y de paso se dan algunos gustos: escribir buenas canciones y que además vengan a enriquecer su patrimonio musical. Es que Mientras presenta algunas de las más interesantes canciones que Buitres hayan sacado a luz en el último lustro, con el agregado de que la crisis imperante en nuestro país no pasó desapercibida al momento de agarrar el lápiz. «Perdiendo el trabajo» demuestra, si se quiere, una conciencia social, aunque la frase suena gastada e inoperante. «Perdiendo el trabajo, fumando el tiempo donde las hienas ríen mejor, así es que pasan los días, sin anestesia, la hinchada festeja otro gol», canta Peluffo bien acompañado por el ya mencionado guitarrista (Parodi) y por esas máquinas rockeras que son el bajista José Rambao y el baterista Jorge Villar. Mencionemos que por primera vez la banda optó por la figura del productor artístico, esa que tanto bien y tanto daño han hecho en la historia del rock. Les tocó en suerte Michel Peyronel, legendario baterista de los no menos legendarios Riff, y su trabajo se tradujo en un sonido más accesible a la primera escucha del material. Otras canciones como «Qué pena me da» o «Gin» reafirman a Buitres en un magnífico momento y asegura también que son larga duración. La rareza de «Mincho Bar» y la sutileza desacostumbrada de «Fresias» convoca unos sonidos que ya habían comenzado a mostrarse en el disco Rantifusa y que de alguna manera quedan instaurados en este Mientras, un disco que está dentro de lo mejor de lo editado en este año.
Esta noche, a las 21.30 horas, la banda vuelve a subirse a las tablas del Teatro de Verano para reeditar la fiesta y de paso, demostrar que son una banda de escenario. El precio de la entrada es $ 120. *
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