Cleopatra: Natalia y Norma on the road

Se trata del nuevo ejercicio cinematográfico de Eduardo Mignogna («La fuga»; «El faro»); una suerte de «Thelma y Lousie»  a la rioplatense  con personajes de diferente edad. El resultado puede catalogarse como simpático; una amable propuesta que invita a reflexionar sobre las renuncias nuestras de cada día, algunos sueños postergados y una posible «quema de naves».

También se trata  obviamente  de un producto que intenta convocar diferentes generaciones en boletería. Para eso, a la reconocida presencia de Norma Aleandro (una actriz que no necesita mayores presentaciones, claro está), se suma la promocionada estelaridad de nuestra compatriota Natalia Oreiro, una profesional que ha sabido pelear con uñas y dientes cada palmo de su trayectoria en la vecina orilla.

La simbiosis, en principio, puede generar cierta desconfianza más allá del natural desnivel que produce el carisma de Aleandro, que termina fagocitándose el largometraje en una especie de show personal  con transgresiones de «ficcionalidad» incluidas  aunque no logre levantar la propuesta general a planos de mayor vuelo. De todos modos, la «cachorra» Oreiro juega sus cartas con la facilidad que le otorga el rol de interpretarse un poco a sí misma en el papel de una estrellita de televisión con ganas de cambiar de aire (y de registro actoral).

Algo de eso presenta el argumento del filme, donde se narra la historia de una maestra jubilada  que se gana la vida como puede mientras su marido ahoga, con vino barato, la pena de ser desempleado  accidentalmente arrastrada por una actriz televisiva que decide mandar su compromisos profesionales al diablo y fugarse hacia ninguna parte con tal de que sea lejos. Esta historia «on the road» no resulta novedosa pero Mignogna se las ingenia para darle algo de lustre, a pesar de ciertos estiramientos, algún tono discursivo-explicativo que sobra y un par de secuencias al margen que no sólo agregan poco, sino que hasta distorsionan el probable concepto a sugerir. (Algo de lo señalado también ocurre con varios elementos relativamente desperdiciados: un casi decorativo Leonardo Sbaraglio la  prácticamente  innecesaria presencia de Alberto de Mendoza en un «bolo» fuera de contexto).

De todas maneras, bajando el nivel de expectativas, Cleopatra llega a sus momentos finales con bastante dignidad. En definitiva, como decíamos al principio, es una película amable  algo facilista en la resolución de algunos componentes que hacen a la historia  pero con un final abierto que aumenta el número de opciones sobre destinos a seguir. En este sentido, quizás la idea supere la forma de expresar dicho contenido ya que Mignogna apenas roza la poesía audiovisual en brevísimas instancias, dejándose llevar por un tratamiento bastante ortodoxo (que no supera una dinámica de primeros planos prolongados, entre otras convenciones narrativas). A pesar de lo señalado, damos por descontado que los/as incondicionales de Aleandro y Oreiro no saldrán defraudados/as de la sala. Un público neutro deberá pensarlo dos veces antes de pasar por boletería.

Cleopatra. Dirigida por Eduardo Mignogna. Con Norma Aleandro. Natalia Oreiro, Héctor Alterio, Leonardo Sbaraglia y Alberto de Mendoza. *