El adiós a Eduardo Galeano por Daniel Viglietti y Mauricio Rosencoff
Daniel Viglietti y Mauricio Rosencoff manifestaron a LARED21 su pesar por la trascendencia de su amigo Eduardo Galeano, y compartieron algunas anécdotas inéditas de su vida.
Daniel Viglietti:
Daniel: Una primera reflexión respecto a la pérdida de Eduardo?
Pierdo al creador que perdemos todos, también perdemos al creador compañero. Fue un hombre solidario en momentos de nuestra propia historia y de la historia de América Latina. Puedo sumar muchos encuentros desde México, Nicaragua, Chile, Argentina. En historias muy particulares de todos estos países, él siempre estuvo presente, siempre aportó su palabra. Siempre dio su cariño por las causas que promovían el cambio. Ese es el Galeano que todos compartimos.
En lo personal también está el amigo. Ese amigo con el que compartí trabajos, recuerdo que primero trabajé con Capagorry y antes de hacerlo con Mario (Benedetti) lo hice con Eduardo. En ese tipo de trabajo te conoces mucho con el otro, y ahí respiré la sencillez de Eduardo. Su inteligencia, su lucidez.
En tiempo de la dictadura, recuerdo una experiencia que se hicimos en una iglesia en París, donde mezclamos textos de presos anónimos que llegaban desde nuestro país. Él los leía y yo acercaba canciones. Este es un momento muy duro.
¿De su obra qué elegís?
Fui lector de las Venas Abiertas de América Latina, cuando era un libro recién nacido. Luego está toda su colección. Es muy difícil elegir, pienso en Días y Noches de Amor y de Guerra, Memorias del Fuego, el Libro de los Abrazos, La Boca del Tiempo. Es interminable, no me ánimo a elegir porque lo elijo a él, como un ejemplo de coherencia entre lo que se escribe, lo que se vive y se piensa. Fue un hombre que nunca se acercó a las mieles del poder, fue muy sencillo y muy crítico. Solidario y crítico a la vez. Combinación que no es fácil de encontrar.
¿Apoyaba al Frente Amplio y también lo criticaba?
Es verdad. Para poner un ejemplo: fue muy amigo de Guillermo Chiflfet (ex diputado del FA) recordemos la posición firme que tuvo Chifflet sobre Haití y Eduardo fue muy solidario y lo acompaño en su decisión de renunciar al Parlamento ante la posición del FA de mantener las tropas militares en Haití.
Cada vez que lo entrevisté aprendí mucho con él. Por eso le digo a él que ya no está, y a su querida compañera Helena, que lo acompaño a lo largo de su vida. Que lo vamos a extrañar, que fue un gran amigo, un maestro y un gran compañero.
Mauricio Rosencoff
¿Cuál fue tu primera reacción cuando te enteraste de la muerte de Eduardo?
Mi reacción fue de bronca. Lo conocí cuando tenía entre 18 y 20 años. Ya era Secretario de Redacción de Marcha, era parte de ese grupo de periodistas que reunió Carlos María Gutierrez, Angel Rama, gente extraordinaria.
Recuerdo su presencia en la Casa del Pueblo, socialista de siempre. Aquellos días estaba junto con Chifflet, y con Frugoni. Toda su literatura es impresionante. Recuerdo una carta que me envió diciéndome que estaba terminando Memorias de Fuego, que para mí es una biblia latinoamericana. Es algo que no debe faltar en ningún anaquel. Eduardo me dice “no sé cómo llamarla”. Le dije lo que hiciste es muy grande, no te preocupes como llamarlo.
Nos cruzábamos en la rambla caminando, los dos vivimos Malvín. Cuando salí de la cana, me llevó al Estadio. Los dos somos “bolsilludos” y vimos a Nacional perder contra Olimpia de Paraguay. Recuerdo que habíamos ido a la Olímpica.
Trabajamos juntos en Memorias del Fuego. Desde su lugar hizo un gran aporte a la solidaridad, eran tiempos en las que nosotros estábamos presos.
Cuando con el Pepe (Mujica) y el Ñato (Fernández Huidobro) terminamos Memorias del Calabozo, lo convocamos para que nos diera su punto de vista y terminó haciendo el prólogo del libro. Eduardo está lleno de memoria, lo voy a extrañar.
El había elegido un poema de una canción de los indios maquiritares que decía: “Volverán a nacer, volverán a morir y volverán a nacer, porque la muerte es mentira”.
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