TIEMPOS MODERNOS |

Un asado con los turistas

Como dijo Tabaré, el mundo es un lugar peligroso y uno nunca sabe con quién se va a encontrar. Imaginemos si no a esta parejita alemana planificando sus merecidas vacaciones en el extranjero y veamos cómo las cosas les salieron como les salieron.

­Heike, ¿qué tal si vamos a Nuka Hiva?

­¿A dónde?

-Nuka Hiva, el de la agencia de turismo dice que es un lugar pa-ra-di-sí-a-co.

­Stefan, no seas boludo, te quiere mandar lejos para sacarte la guita.

­Bueno, sí, es algo caro, claro. Hay que alquilar un velero para llegar.

­Amor, ¿por qué no vamos a Grecia que está barato?

­No entendés nada, cariño; Grecia está llena de anarquistas. A Nuka Hiva no va nadie. Es exclusivo mismo. Y, ¿sabés con quién nos vamos a encontrar?

­Una sucursal del Deutsche Bank.

­Frío. Ahí vive el mismísimo Buen Salvaje.

­Mirá vos, ¿y dónde carajo queda?

­Mirá, ¿hacés una línea del norte de Nueva Zelanda a Acapulco y otra de Tokio a Santiago de Chile? Bueno, se cruzan por ahí.

­En el medio del agua.

­Precisamente: pa-ra-di-sí-a-co.

­Y ¿qué viene a ser eso? No figuran ni en la FIFA, que tiene más países que la ONU.

­No, es parte de la Polinesia Francesa.

­Pero las playas francesas están llenas de piedras.

­No, querida, son otras playas.

­¿Y tendrán wi-fi?

­Ah. Eso no pregunté.

La cuestión es que fueron; desembarcaron este 16 de setiembre. Contrataron a Henri Haiti, el guía local, a quien no queremos calificar de rico tipo, porque en esta historia el papel le está reservado a Stefan Ramin, de 40 años. Sacaron fotos que están en Internet y la isla parece muy, muy bonita, si no recomendable. Fotos de él, despeinado y con protector solar; de ella, con lentes negros; de los dos en una piscinita de rocas al pie de una cascada; del amigo Henri (pronunciar Enguí).

Entonces, cuenta Heike Dorsch, de 37 años, el guía volvió sin el alemán de una caza de cabra ­tradición local­, avisando que había habido un accidente, que lo tenía que acompañar al bosque a ayudar a su compañero. Allí, aprovechando el desconcierto, la ató a un árbol y la violó. Mal por Henri, que será poco caballero, pero de buen salvaje nada.

La alemana logró desatarse varias horas después y avisó a las autoridades. Éstas recorrieron la zona y encontraron restos de un asado. Los trajeron para analizar el ADN, pero parece que la dentadura coincide con la de Stefan. Los 2.789 lugareños dicen que ellos no fueron, que dejaron esa costumbre hace décadas. El bueno de Henri no aparece; si se escapó nadando, faltan años para que llegue a algún lado. Tenía que haberse quedado y dicho que era su palabra contra la de ella.

Bueno, no todo es exactamente como lo contamos. Nunca lo es. Pero casi: Stefen y Heike están navegando desde 2008 y postean sus aventuras en un blog. Las demás diferencias con la realidad las atribuimos a The Sun, tabloide británico que deja sus dudas, de donde extrajimos los datos.

Allí recuerdan que Herman Melville ­autor de Moby Dick­ estuvo en la isla en 1842, pero salió de apuro cuando entró a sospechar que lo estaban invitando a un festín.

El mundo sigue siendo un lugar peligroso.

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