Homenaje a la persona equivocada
El «negro Ansina» fiel compañero de Artigas cuenta desde 1943 con una escultura realizada por el uruguayo José Belloni. El mismo se emplaza actualmente en Tres Cruces, en la confluencia de las avenidas 8 de Octubre e Italia. Anteriormente estuvo ubicado en la ex plaza Artigas, hoy Parque Bernardino.
La obra fue construida en bronce y el material de basamento es granito gris martellinado. En ella se observa la figura de Ansina vestida con un clásico poncho patria y botas de potro. En su mano derecha empuña una lanza de tacuara. Detrás del basamento, pantalla de granito gris se encuentra grabada una copia del retrato de Artigas en la Ciudadela, de Juan Manuel Blanes. En el extremo izquierdo de la pantalla, se lee «Manuel A. Ledesma – Ansina». En el interior derecho otra leyenda «Juntos en el exilio. Juntos en la eternidad. Juntos en su patria para gloria de un pueblo agradecido».
Una gran confusión se creó en torno a esta estatua, pues ella honra a una persona, pero representa a otra. Aparentemente alguna autoridad municipal cometió la equivocación. El verdadero nombre de Ansina era Joaquín Lencina y no Manuel A. Ledesma como se lee en el monumento. Este hallazgo fue el resultado de una investigación histórica que aclaró las dudas acerca de la identidad del asistente del prócer.
Para darle la libertad
Joaquín Lencina nació en Montevideo, en 1760. Era hijo de esclavos llegados desde Africa. De niño fue aguatero, un poco más grande recorrió el campo, en donde aprendió a tocar la guitarra y entregó sus versos en las estancias como payador.
De regreso a Montevideo fue engañado por un grupo de marinos que lo invitaron a embarcarse para cazar ballenas en las Islas Malvinas, pero las verdaderas intenciones de los contratantes era asaltar embarcaciones balleneras. Ansina no participó de las hazañas y desembarcó en Brasil. Allí fue apresado por portugueses que lo vendieron como esclavo. A partir de ese momento se inició su relación con Artigas, pues el general lo compró para darle libertad.
Desde entonces Lencina no se separó más del héroe nacional, lo siguió por las Misiones Orientales, lo acompañó en sus empresas comerciales y en la fundación de Batoví. Luego estuvo en Buenos Aires, en ocasión de la Reconquista, en los combates cuando las Invasiones Inglesas, participó de la Batalla de Las Piedras, del primer Sitio de Montevideo y en el Exodo. Más tarde siguió a Artigas hasta Paraguay, permaneció a su lado y lo cuidó hasta la muerte.
Sus versos y cantos relatan los acontecimientos vividos por José Artigas y los orientales en la lucha por la independencia. «Don Joaquín Lencina, negro, fue fundador de la literatura oriental y padre de la patria vieja. Guitarrero, arpista, poeta y payador polígota, gestor de ideas y aconteceres junto a Don José Artigas, Andresito y tantos otros en los tiempos de los orígenes (…)». Danilo Antón, del libro «Ansina me llaman y Ansina soy». *
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