"Liberen a Shila", reclama una alemana radicada en Canelones
Shila tiene piel de tigre y unas orejas asombrosamente largas y puntiagudas. Sus patas también son largas y su tamaño es el de un perro mediano. Es el único espécimen de su raza en nuestro país. Pero su periplo desde que llegó a Uruguay es digno de un relato kafkiano. Ahora Shila está incautada por el la división Fauna del Ministerio de Agricultura y Pesca, que la envió a un jaula en el zoológico de Durazno. Hace 12 meses que se debate si el animal es exótico o salvaje y peligroso. Su propietaria asegura que es absolutamente sociable. Las particularidades destacables de esta gata Serval Savannah, de origen africano, es que ama el agua, se mete en la playa o la ducha sola, se comporta como un perro porque sigue al dueño, se la puede llevar con correa, es sumamente juguetona y le encantan los niños. Sin embargo cuando el Ministerio la incautó llegaron a la casa de la dueña de Shila 12 funcionarios del MGAP con policías, cual procedimiento contra un peligroso narcotraficante. La propietaria de la gata, Lila Jakomeit, es alemana y no habla español por lo que no entendía nada de lo que pasaba. Así la gata Shila fue incautada. «Curiosamente unos días antes de ese allanamiento una persona había llegado a la casa a ofrecerle 12 mil dólares por la gata. La dueña le indicó como pudo, que no estaba en venta y que además la gata costaba 3.900 dólares», contó a LA REPÚBLICA, Alina Cameselle, amiga de la propietaria de Shila.
Shila nació en Oklahoma en Estados Unidos. Viajó de Miami a Paraguay, pasó por Brasil y Argentina hasta llegar a Uruguay. Ingresó legalmente por el Aeropuerto Internacional de Carrasco con todos los papeles en orden. El veterinario del MGAP que estaba en el Aeropuerto de Carrasco revisó todos los documentos y autorizó la entrada al país. Pero luego de unos meses empezó la odisea.
Ante los reclamos de Jakomeit el MGAP le dijo que se la entregaría si no vivía en un centro poblado y la mantenía dentro de una jaula. Jakomeit entonces accedió a mudarse de Marindia a una chacra y gastó seis mil dólares en una jaula con calefacción y dos puertas de seguridad.
Jakomeit también pidió explicaciones sobre porqué la gata fue enviada al zoológico de Durazno si en Canelones y Maldonado hay zoológicos más cercanos donde ella pudiera verla más a menudo, pero nunca tuvo una explicación. «Hay una veterinaria del MGAP que evidentemente no tiene idea ante qué animal está, porque nunca vio algo así y está reteniendo al animal por ignorancia y por celo del informe de un experto alemán que fue entregado al MGP, y que hasta ahora lo ha ignorado», explicó Cameselle.
Jakomeit espera
* El MGAP le dijo a la propietaria del gato que si hacía un documento de que la tenencia de Shila no era con fines de criar esta especie en Uruguay, se la darían. La señora lo hizo, pero tampoco se la dieron. «Lo hizo aunque de ninguna manera es la intención de la mujer reproducir esa especie en Uruguay», aclaró Cameselle. Como si fuera poco la gata está mal alimentada porque le dan carne de caballo y polenta, dos cosas que su raza no come. «Cuando la vamos a ver se nota que está estresada, camina para atrás y para adelante y está como ida», contó Cameselle. Por ahora Jakomeit y Shila no pierden la esperanza de reencontrarse, aunque seguramente se arrepentirán toda la vida de haber venido a vivir a Uruguay.
CIFRAS
3.900
Es el precio en dólares que su propietaria pagó por la gata en Miami.
12.000
Es la cantidad en dólares que un hombre quiso pagar por Shila pocos días antes de que fuera incautada.
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