Hace 75 años nacía Ancap, el primer ente industrial del Estado uruguayo
El monopolio de los alcoholes se encontraba en discusión legislativa desde el año 1902, mientras que el de refinación de petróleo y fabricación de portland desde 1929. Diez años antes de la creación de Ancap, don José Batlle y Ordóñez comenzaba, desde tribunas y en editoriales del diario El Día, su prédica a favor de la creación del ente energético: » La República envía al exterior en pago de alcohol, kerosene y bencina, más de seis millones de pesos por año. Una buena parte del oro que entra en ella, a cambio de sus productos, vuelve a salir inmediatamente a cambio de esos artículos. Y esa masa de dinero que se va, al par que aminora nuestra riqueza, contribuye poderosamente a inclinar en contra de nosotros la balanza del comercio internacional y a pagar las diferencias de cambio como las que agobian a nuestra importación».
En otros escritos, el líder del Partido Colorado, señalaba: «La República, puede, no obstante librarse de los enormes tributos que pagamos, produciendo ella misma el combustible que necesita, pudiendo ahorrar anualmente, mediante su propia industria lo que ahora paga anualmente sin necesidad».
Con la dramática crisis del capitalismo, del año 1929 que ocurre el mismo año en que muere José Batlle y Ordóñez muchos políticos parecieron tomar conciencia de la necesidad que el monopolio del alcohol, junto con la importación del petróleo crudo, eran un campo básico y una estrategia fundamental para la actividad económica de nuestro país.
Una histórica sesión
El 15 de octubre de 1931, se clausuraba el período de actividades legislativas de ese año. Diversas decisiones tomó en esa jornada la Asamblea General, varias de ellas referentes a la industria y a la ganadería.
En las actas de ese día, se puede leer, que con el número de Ley 8.764, «El Senado y la Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, reunidos en Asamblea General decretan: Artículo 1º.- Créase un Ente Industrial del Estado, que se denominará: «Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland», con el cometido de explotar y administrar el monopolio del alcohol y carburante nacional y de importar, rectificar y vender petróleo y sus derivados y de fabricar portland. A tal fin, se declara de utilidad pública el derecho exclusivo a favor del Estado.
Luego continúan los once artículos que dieron forma y perfil a la creación del flamante ente industrial. Lo firman el presidente de la Asamblea General, Juan B. Morelli y el doctor Martín Echegoyen en calidad de secretario.
El petróleo de la URSS
Dos jóvenes, lúcidos y entusiastas diputados, Luis Batlle Berres y González Vidart fueron los miembros informantes en aquella histórica Asamblea General. Junto con el doctor Eduardo Acevedo, futuro presidente del ente, sugirieron la creación de una flota petrolera y asegurar el suministro del crudo por parte de la Unión Soviética.
En su libro «Historia de los orientales», el escritor Carlos Machado señala: «…la aparición en los mercados internacionales de un nuevo vendedor, la Unión Soviética, una vez superadas sus dificultades mayores con la ejecución de su plan quinquenal; Ancap encargó combustibles a la URSS (demoró en arribar y pudo prosperar una maniobra de las petroleras norteamericanas, quienes adujeron que no les convenía seguir importando por las restricciones del cambio recién aprobadas y que no le alcanzaban sus reservas, conteniendo la entrega y aumentando los precios al consumidor)».
Cuando empezaron a llegar los primeros embarques, desde la Unión Soviética, los uruguayos agregamos a nuestro vocabulario la denominación nafta, para referirnos a la gasolina. Nafta, significa gasolina en ruso, y así estaban rotulados los barriles de petróleo llegados desde la URSS.
Posteriormente, con Gabriel Terra en el poder, el gobierno argentino ofreció abastecernos transitoriamente de crudo, pero Terra silenció la oferta, permitiendo extender concesiones especiales a las compañías norteamericanas, que resultaron gravosas para el Uruguay.
Creciendo, aun en dictadura
Apenas dos años después, comienza a ponerse en marcha el golpe de Estado de Gabriel Terra. En la tensa y dramática sesión parlamentaria del 30 de marzo de 1933, horas antes de la disolución de las Cámaras, en un encendido discurso, Luis Batlle Berres, enumeraba y marcaba las utilidades que dejaban al país los monopolios de la electricidad y del Banco de Seguros.
En 1934, dictadura mediante, Ancap inaugura en Paysandú la primera planta auxiliar de combustibles y en el correr de 1935 el montaje de la refinería de combustibles y dos años después comienza a trabajar la refinería de La Teja con una capacidad de refinación de 600 metros cúbicos de petróleo crudo por día. En el año 1950 esta cifra sería aumentada a 4.100 metros cúbicos por día.
La oposición en contra
No todos estaban de acuerdo con la creación de Ancap. Alguna prensa de la época atacaba con fuertes editoriales la postura del gobierno batllista en materia de monopolizaciones y arremetía, también, contra legisladores de la oposición que habían acompañado, con su voto, la iniciativa de crear Ancap.
El 18 de octubre de 1931, encontramos en «La Tribuna Popular», un diario identificado con los sectores herreristas del Partido Nacional, un editorial donde se manifiesta: «El batllismo si no se pone coto a sus atropellos nos conducirá al sovietismo. El monopolio de la industria de los combustibles, es acabadamente leninista y no sólo atenta el derecho inalienable de la iniciativa particular, sino que sembrará desconfianzas que impedirán la implantación de nuevas industrias, con grave perjuicio a nuestra economía».
¿Quién será el guapo que se atreva a establecer una nueva industria bajo la vehemencia monopolizadora del batllismo?, se preguntaba el editorialista. Para terminar afirmando, después de otras consideraciones, con esta reflexión: «A esto nos conducirá el sovietismo batllista, que no ha hecho otra cosa, que fomentar en todo el curso de su actuación pública, con fines electorales, la empleomanía…».
La oposición a favor
Por su parte, otro vocero del Partido Nacional, el diario El País, sostenía en la página 7 del 16 de octubre de 1931: «Los partidos que constituyen las dos grandes mayorías del electorado de la República, han eliminado las diferencias de carácter político que impedían la sanción de leyes que estimularan a la agricultura y que tendieran a afirmar la independencia económica de nuestro país. Entre esas leyes, figura la que crea un organismo autónomo del Estado para fabricar alcohol, portland y para refinar el petróleo o sus derivados».
Más adelante, se puede leer en este editorial: «El alcohol, será extraído de productos agrícolas especialmente del maíz y del boniato, abriéndose en la agricultura un amplio y remunerado campo interno…». En lo referente al portland, el matutino señalaba: «La fabricación de portland por el Estado, tiene por objeto utilizarlo en las obras nacionales y municipales, para que éstas sean construidas al mínimo costo, como medio de hacerlas menos gravosas para los contribuyentes».
Los años, le darían la razón a quienes llevaron adelante la creación de Ancap. En sus 75 años de vida, y a pesar de todos los pesares, Ancap siguió creciendo en forma permanente, con ampliaciones de refinerías, la adquisición de buques tanques, exploración y explotación de hidrocarburos, en una marcha ascendente, que la tienen como un referente de nuestras industrias nacionales. Por algo, hace unos años,
en un histórico referéndum, la mayoría de los uruguayos la defendieron con convicción, firmeza y orgullo, ante las maniobras entreguistas de quienes gustan vender alegremente «las joyas de la abuela». *
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