El liceo Dámaso: 75 años de historia
La historia encuentra a una de las instituciones públicas educativas de enseñanza media más importantes de Uruguay cumpliendo sus cincuenta años desde la inauguración del local en la zona de Parque Batlle, pero en realidad la institución en sí tiene 75 años, si se cuentan los años que el liceo estuvo ubicado en el centro de la ciudad.
En el año 1930 existían sólo tres liceos en Montevideo: el Liceo Nº 1 José Enrique Rodó, el Liceo Nº 2 Miranda y el Nº 3 Dámaso Antonio Larrañaga, ubicado en la calle Paysandú. En 1955 la institución se trasladó para la zona de Parque Batlle y hasta hoy se encuentra abierta recibiendo a unos 5.000 alumnos diariamente de distintas zonas de la capital.
Su director, Rogelio de Pro, jugó un papel importante en la creación del nuevo edificio, pues era un destacado arquitecto y se encargó de realizar el diseño arquitectónico del local actual. Rogelio de Pro viajó al exterior para inspirarse en modelos del «primer mundo».
Pero no sólo realizó la maqueta sino que tanto entusiasmó a sus alumnos del nuevo proyecto que ellos también participaron para su diseño, les creó el amor por un nuevo local el cual muchos disfrutaron y otros no llegaron a pasar por él.
En 1955 el liceo comienza a funcionar con Primer Ciclo. En ese entonces era hasta cuarto año, y tenía una capacidad para 6.000 alumnos. «Era un liceo muy bello por su diseño, ahí estaba lo mejor del mundo en ideas», expresa a este diario Yolanda, ex alumna del Dámaso hoy psicóloga de la institución.
Otras prioridades
La superficie del Liceo Nº 3 ocupa toda una manzana su entrada es por la calle Jaime Civil y se encuentra rodeado por Avenida Centenario, Secco Illa y Federico Susviella Guavich.
En los primeros años el liceo gozaba de un sistema de calefacción que ambientaba todo el local, cada salón y cada rincón «andábamos en mangas de camisa», recuerda Yolanda.
También una de las partes importantes era el gimnasio –actualmente sigue funcionando–, quizás el más grande en lo que refiere a centros educativos, fue centro de actividades varias y competencias deportivas. Se dividía en dos espacios, uno de ellos estaba dedicado especialmente para gimnasia correctiva. Para ello se encontraba un médico, un traumatólogo y profesores especializados que revisaban a cada uno de los alumnos, detectando de inmediato problemas como pie plano o insuficiencias en la zona de la columna.
La profesora e inspectora Juana Handel fue quien dirigió el gimnasio durante 30 años y creó el uniforme deportivo de dicha institución.
Ninguno de sus ex alumnos se olvida del Observatorio Astronómico que funcionaba normalmente y las clases eran por demás disfrutables en aquel pequeño cubículo con un gran aparato de 1909 montado sobre una tarima de madera apuntando hacía la cúpula, hoy sin uso.
Cabe recordar que este liceo se encuentra trabajando con la experiencia del Plan 93, por el cual muchas de las materias como Astronomía salieron de la órbita y quedaron relegadas a talleres o materias opcionales.
Asimismo la sala de proyecciones (hoy sala de actos) era utilizada con fines recreativos y educativos cuando los alumnos tenían horas libres, los adscriptos se encargaban de llevarlos hacía allí y proyectarles documentales o películas de carácter educativo.
Todo funcionaba correctamente, y el local se encontraba en perfecto estado, bancos y todo tipo de mobiliarios iban a parar al subsuelo del edificio donde se encuentra ubicada una carpintería. Allí el encargado realizaba el mantenimiento inmediatamente, por lo cual permitía siempre tener todos los elementos acondicionados para las clases y en perfecto estado.
Este liceo gozaba también de sistemas de intercomunicadores.
Funcionaban dos en cada salón, uno era para que el profesor en caso de necesitar tizas, mapas, o materiales de laboratorio pudiera llamar a portería para que le alcanzaran al salón los mismos. Otro de los intercomunicadores estaba conectado directamente con la dirección y la sala de adscriptos y era usado por el docente en caso de tener problemas disciplinarios en el aula durante su clase.
La consecuencia de una política de años
En una recorrida por el liceo LA REPUBLICA constató lo abandonado de algunos lugares, y el desmejoramiento de la institución, la primera causa y así lo afirmó su director (ver recuadro), «no existe un mantenimiento general y continuo». La humedad se apropió del ambiente, los pisos de parqué están rotos, las ventanas sin cortinas, puertas rotas, bancos que ya tienen muchos años y un local muy grande para pocos funcionarios.
El estado edilicio no opaca el trabajo de los alumnos de hoy que pueden gozar de un espléndido gimnasio, aunque las duchas no tienen agua caliente, y la caldera que se usaba para calentarla se encuentra «tirada» en los fondos del patio. Las causas de ello fue la falta de combustible. No obstante ello, el patio del Dámaso ofrece a los alumnos dos canchas donde realizan actividades recreativas, fútbol, voleibol y otros deportes. Las nuevas generaciones tienen en el segundo piso un salón estudiantil desde donde se proyectan en distintas actividades gremiales, culturales y sociales. Hace poco inauguraron una rampa de madera para el ingreso de personas con capacidades diferentes en la entrada del liceo, y el pasado Día del Niño realizaron una campaña de recolección de ropa y juguetes. Por otra parte la institución tiene un departamento de Psicología donde trabajan en coordinación con el equipo docente y dirección dos psicólogas, una de ellas ex alumna del instituto.
En el liceo trabajan cuatro adscriptos por turno y atienden a unos 105 grupos. Para todo el mantenimiento del local hay cuatro funcionarios de limpieza, pero tres se encuentran imposibilitados por problemas de enfermedad. *
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