Confirman que la oxitocina generada por besos y abrazos mejora la salud cardíaca de la mujer
Aunque nada exime de cuidar el sistema cardiovascular (con comidas sanas, ejercicio regular, abandonar el cigarrillo, etc.), las últimas investigaciones indican que, particularmente en las mujeres, caricias y abrazos les hacen tan bien a su corazón, como una vida con método.
La responsable sería la secreción de una hormona, la oxitocina, capaz de controlar los patrones sexuales femeninos, reducir la tensión sanguínea e incluso el palpitar del corazón. Las conclusiones, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Columbia podrían cambiar el criterio sobre los beneficios del afecto, en absoluto disminuyéndolos, pero sí ubicándolos en un contexto más hormonal. Las primeras conclusiones fueron a partir de un muestreo con mujeres entre 20 y 49 años a las que se sometió a estudios a partir de situaciones afectivas similares, con sus parejas. Durante las mismas, las parejas mantuvieron contactos «cálidos», según definieron los científicos, en los que primó el respaldo emocional, y físico, concluyendo en un largo abrazo de medio minuto. A mayores contactos afectuosos, mayor secreción de oxitocina, la que a su vez bajaba la presión arterial, mejoraba el ritmo cardíaco y obtenía una respuesta satisfactoria en el hito de descanso de los músculos cardíacos.
El mismo estudio realizado entre hombres dio resultados diferentes: los hombres experimentaron menor reacción ante similares estímulos, la presión se les mantuvo alta, algo que los científicos atribuyen a otra hormona, la testosterona, producida por los testículos.
Los experimentos podrían conducir a una mejor comprensión, afirman los técnicos, de la creciente ola de mortalidad femenina por razones cardiovasculares. A través de la oxitocina, podrían llegar a evitarse, suponen, muchas crisis cardíacas, incluso mortales.
En el fondo, en nada nos diferenciamos de los demás mamíferos: está demostrado que animales a los cuales se les masajea la panza periódicamente a lo largo de una semana reaccionan también segregando más oxitocina, con mejoras en su función cardíaca. Y al igual que en humanos, el fenómeno ocurre con más intensidad en los machos.
El estudio apunta a abarcar aún otro elemento más profundo como es el amor materno. Es que a medida que la madre intensifica el relacionamiento con sus bebé, aumenta la secreción de oxitocina.
Las mujeres que por una razón u otra pierden el niño, sufren una caída absoluta de sus niveles de la hormona en sangre. Cuando el contacto era intenso tanto con la pareja como con el bebé, los análisis en sangre de los momentos de presencia familiar completa, revelaban que la oxitocina, literalmente invadía las arterias de la mujer, con parámetros cardiorespiratorios próximos a los de mayor relajación.
La causante
La oxitocina es una hormona producida a nivel del hipotálamo en el cerebro. Se la llama también la «hormona del amor», ya que sus parámetros están relacionados directamente con la actividad afectiva e incluso sexual del organismo. Actos como el amamantamiento, el orgasmo, y el parto, aparecen directamente ligados a su secreción. Los investigadores han demostrado incluso que los estímulos más primarios, como la succión de los pezones, o la alteración de la forma vaginal, liberan inmediatamente oxitocina en el torrente sanguíneo.
En el hombre, dicha liberación está ligada a la contracción muscular genital, acompañada generalmente con cantidades mayores de testosterona.
Otra parte del estudio demuestra que las mujeres con gran cantidad de hijos, suelen tener altos niveles de oxitocina constantemente en sangre, algo que algunos asocian con la denominada «conducta maternal».
Sin embargo los científicos aún no logran ponerse de acuerdo en que la explicación «biologicista», sea adecuada para atender todas las conductas humanas, en tanto los experimentos con la hormona a nivel sintètico no arrojaron los resultados esperados.
Todo es posible
«Es evidente que en esta suerte de unificación de la medicina, no existan resultados con la hormona sintética», interpreta el investigador uruguayo, doctor Jesús Costa. Para el médico «la reacción al estímulo adecuado, debe ser tan importante como la hormona en sí misma, es más allá de esta puntual secreción lo que ocurre».
Para Costa, la oxitocina, «también llamada la hormona del amor, contribuye en forma determinante a diferenciar las conductas masculina y femenina. Los hombres tenemos testosterona, la hormona de la que se ha dicho, nos hace aptos para fornicar y para matar. La mujer con niveles determinantes de oxitocina, es más contenedora, más afectiva, y sin dudas que toda expresión afectiva estimula esta secreción», apuntó.
Entendió no obstante que la mayor comprensión de estos fenómenos biológicos, abrirá mejores expectativas de enfrentar algunas enfermedades de alta incidencia en la vida contemporánea, e incluso de prevenirlas estimulando conductas afectivas más benignas para nuestro equilibrio interior. *
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