Desembarco de los Treinta y Tres Orientales. 19 de Abril de 1825
José Gervasio Artigas había sido derrotado y estaba en Paraguay. Su principal colaborador, Juan Antonio Lavalleja, preso en Río de Janeiro donde se encontraba el Rey de Portugal.
La Provincia Oriental había sido invadida por los portugueses en 1816 y al ser incorporada a Portugal había pasado a denominarse Provincia Cisplatina.
En 1822 Brasil logró independizarse y el Rey regresó a Portugal, pero antes de hacerlo indultó a todos los presos políticos, fue entonces que Lavalleja recuperó su libertad.
Brasil pretendía que la Cisplatina quedara bajo su dominio.
Cuando Lavalleja retornó a nuestras tierras comenzó a movilizarse para formar la revolución.
Los brasileños advirtieron la situación y comenzaron a perseguirlo. Huyó a Entre Ríos y Santa Fe donde continuó organizando la revolución.
Luego, Lavalleja se trasladó a Buenos Aires donde trabajó en un saladero de un oriental llamado Trapani encargado de administrar el dinero que se recaudaba para la causa. Desde allí continuaron con la idea de la Independencia. Muchos comerciantes y ganaderos de Buenos Aires colaboraron para comprar lanchones, monturas, pólvora y armas.
Se reunían en la tienda de un sastre, también oriental, quien además de ayudar con la logística, cosió la bandera de los Treinta y Tres Orientales. Blanca roja y azul, con la inscripción: “Libertad o Muerte”. La más importante después del Pabellón Nacional.
Todo estaba planeado para el 12 de abril, pero ese día se desató una fuerte tormenta que se extendió por días.
Finalmente partieron en lanchones desde San Isidro, en horas de la noche, porque el río estaba patrullado por barcos brasileños.
No era 33 el número exacto de quienes participaron, más bien unas 40 personas. Dirigidos por Juan Antonio Lavalleja y Manuel Oribe como segundo al mando .
Había gente de las provincias de Córdoba, Santa Fe y hasta un negro de Mozambique. El más joven tenía 15 años y el mayor 40.
El plan era llegar hasta la estancia de un Sr. Gómez en lo que es hoy el departamento de Soriano, a una playa llamada Arenal Grande. En dicho lugar, Gómez se comprometió a encender una fogata una vez que pasaran las embarcaciones brasileñas.
También se encargó de juntar 60 caballos. Gómez, sin saber de la tormenta, los esperó durante cuatro días hasta que los brasileños advirtieron que algo ocurría y lo persiguieron.
Cuando los Orientales llegaron al lugar acordado enviaron a unos pocos a averiguar qué ocurría. Gómez había arreglado para que desembarcaran en la estancia de sus vecinos, sobre la Playa de la Agraciada.
El 19 de abril llegaron a la playa y realizaron el juramento de pelear hasta el final contra los brasileños o morir en el intento.
El memorable cuadro de Juan Manuel Blanes (1830-1901) ilustra el momento en que los Orientales prestaban juramento en la playa de la Agraciada.
Montaron a caballo y marcharon hacia la ciudad de Dolores a la que dominaron, y sumaron a cientos de jinetes. Así, sucesivamente, hasta lograr un ejército de miles.
Por fin en la Batalla de Sarandí, en octubre de 1825, Lavalleja y Fructuoso Rivera al mando de un gran ejército lograron derrotar a los brasileños y dejamos de ser Provincia Cisplatina.
Santiago Gadea, Juan Spikerman, Simón del Pino, Avelino Miranda, cada uno de los Treinta y Tres Orientales, tiene en Montevideo una calle que lo recuerda. Evidentemente en esta Cruzada Libertadora intervinieron muchos más que de una forma u otra arriesgaron sus vidas por nuestra Patria.
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