Brasil sospecha que el ex recluso de Guantánamo el sirio Jihad Ahmad Diyab, quien emigró de Uruguay, podría perpetrar atentados en Juegos Olímpicos
Los servicios de Inteligencia de Brasil, develaron que los atentados de “gran sofisticación y complejidad logística” ya no son una amenaza, pero sí el incentivo de grupos extremistas religiosos a sus simpatizantes para que actúen por cuenta propia. En tal sentido, advierten que el ex recluso de Guantánamo el musulmán Jihad Ahmad Diyab, quien emigró de Uruguay, podría perpetrar ataques en los Juegos Olímpicos que se disputarán en Río de Janeiro en agosto próximo.
El pasado 16 de junio, el ministro del Interior, Eduardo Bonomi, informó que el sirio Jihad Ahmad Diyab, uno los seis ex reclusos de Guantánamo que Uruguay recibió como refugiados en diciembre de 2014, cruzó la frontera hacia Brasil.
De inmediato trascendió que Estados Unidos coopera con las autoridades para conocer el paradero de Ahmad Diyab, según así lo aseguró el encargado de negocios de la embajada estadounidense en Montevideo, Brad Freden.
Ahmad Diyab, quien cumplió pena en la prisión norteamericana de Guantánamo bajo acusaciones, nunca confirmadas, de presuntos vínculos con Al Qaeda, era libre de salir del territorio uruguayo. Sin embargo, las autoridades migratorias brasileñas ya le habían prohibido la entrada tomando como base la Ley antiterrorista que rige en el país norteño.
Técnicamente no es un fugitivo, porque nunca fue juzgado ni acusado, pero, a un mes de los Juegos Olímpicos, cualquier rastro sospechoso es motivo de alerta.
Brasil se encuentra en medio de un gran desafío: superar el temor a que individuos solitarios y vinculados a grupos terroristas realicen atentados en medio de los Juegos Olímpicos que se desarrollarán en Río de Janeiro entre el 5 y el 21 de agosto.
La vigilancia y el cuidado es tal que el comunicado que el pasado viernes emitió la aerolínea colombiana Avianca, a través de su sede en Brasil, sobre el ex preso de Guantánamo que se fue furtivamente de Uruguay y que se sospecha esté en Brasil, es tomado en cuenta como un posible “atacante”, según las autoridades brasileñas.
Alerta máxima
En una nota periodística de la revista Veja se brindó información atribuida a los servicios de Inteligencia de Brasil, en la que se devela que los atentados de “gran sofisticación y complejidad logística” ya no son una amenaza, pero sí el incentivo de grupos extremistas religiosos a sus simpatizantes para que actúen por cuenta propia.
“Una de las mayores preocupaciones gubernamentales está en el seguimiento de la radicalización de individuos alineados ideológicamente con el Estado Islámico”, se señala en el informe.
Con el aumento de los protocolos de seguridad en los países de la Comunidad Europea y la constante vigilancia e intercambio de información entre los organismos de inteligencia, el Estado Islámico puede ver en Brasil “una alternativa sin explotar”, ha expresado el analista de cuestiones estratégicas y consultor de agencias internacionales, André Luís Woloszyn.
A ello se suma que Inteligencia de Brasil ya constató la existencia de una “red de tráfico de personas”, algunas de ellas implicadas en actos terroristas en Oriente Medio que utilizaban a Brasil como territorio de paso.
También detectaron a brasileños clasificados como “altamente radicalizados”, mucho de los cuales, inclusive, han prestado juramento al califato y, en consecuencia, estarían en condiciones de actuar en acciones terroristas en nombre del Estado Islámico, han expresado los servicios de Inteligencia brasileños.
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