Inversión turística argentina megamillonaria transitará sobre el puente Garzón que aprobó Mujica
El gobierno anunció que ha decidido la construcción del puente más polémico y demorado de la historia uruguaya: el que unirá -si es que la decisión se concreta- los departamentos de Maldonado y Rocha por encima de las dulces aguas de la Laguna Garzón.
La «autorización», como llamó el vocero ad hoc del Consejo de Ministros celebrado la víspera, el secretario Alberto Breccia, para erigir el puente, coincide con movidas varias en el área de recursos naturales y medio ambiente.
El gobierno divulgó su intención de transferir la Dirección Nacional de Medio Ambiente desde el Ministerio de Vivienda a la Oficina de Planificación y Presupuesto (sic). La protesta opositora produjo la inmediata propuesta de jerarquizar esa dependencia con un rango superior.
El manido puente sobre la laguna Garzón, vecino de chacra de la cantante Shakira y otros varios rutilantes multimillonarios, lleva años de idas y venidas, atorado entre el discurso conservacionista y el impulso pro desarrollo turístico.
Breccia deslizó que se procura tentar al archi famoso arquitecto uruguayo Carlos Ott para diseñar el puente, ¿ o será Viñoly?, pese a tratarse en principio de una obra de ingeniería cruda.
«Contrapesos»
Entre las contrapartidas ambientales al enorme sacudón que habrá de experimentar la zona, se anunció la inclusión de la laguna en el Sistema de Áreas Protegidas, condición que muchos, poco enterados, imaginaban concretada hace mucho tiempo.
Además, se rebajará a «camino departamental» la actual categoría de «ruta nacional» que ostenta la carretera que cruzará el puente. La idea es evitar de esa forma el tránsito de camiones y maquinaria pesada, como ya fue intentado sin éxito y de la misma forma en la castigada ruta 12 que une Maldonado con Lavalleja.
El principal impulsor comercial del puente, el empresario argentino Eduardo Constantini, tiene «amartillada» allí una inversión de cientos de millones de dólares en desarrollos turísticos de alta gama («Las garzas»), apetecidos por el jet set porteño e internacional.
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