Escolares uruguayos vuelven a triunfar en la bolsa, pese a la crisis mundial
No, no se trata de escolares hijos de emigrados uruguayos residentes en Nueva York que se sumaron al movimiento de protesta conocido como Occupy Wall Street! Tampoco sus rostros aparecen en imágenes de Google cuando se busca por «scholars in Wall Street». Casi todos los resultados devuelven fotos de las protestas estudiantiles contra la meca mundial de los mercados financieros. No, estos «escolares», como les llama el cable de EFE, viven y estudian en Uruguay, más precisamente en uno de los colegios más caros y exclusivos del Uruguay, situado en el corazón de Carrasco. Allí, los chicos juegan y aprenden a ganar en NYSE, aquella bolsa calificada como un casino donde se rifa, y naufraga, la suerte de la economía mundial. Wall Street se ha estado cayendo a pedazos, pero estos pichones charrúas saldrán victoriosos. A la celeste no hay con qué darle.
A lo largo del curso escolar, los estudiantes de la Uruguayan American School de la capital uruguaya manejaron por sí solos una cartera de inversiones de 20.000 dólares en la bolsa de Nueva York y obtuvieron mas de 2.000 dólares en beneficios en un año en el que la mayor parte de los índices bursátiles estuvieron en negativo.
Es la segunda vez que los alumnos de esta escuela superan a los mercados, ya que el año pasado lograron un extraordinario beneficio en sus inversiones superior al 40 %. Según explicó a Efe el profesor e impulsor de esta iniciativa, John Younger, el trabajo realizado por sus alumnos fue «más duro» y supuso una «mejor enseñanza» que el año pasado, dado el terrible contexto internacional para la bolsa que hizo que en un momento llegaran a acumular pérdidas de hasta 1.000 dólares.
Younger, un exbanquero canadiense que entregó el dinero a los alumnos de su propio bolsillo para que lo invirtieran, señaló que en cualquier caso los estudiantes «deberían estar contentos», ya que el índice de Standard and Poors de Wall Street, donde invierten las grandes figuras de las finanzas internacionales, cerró con pérdidas del 1 % y ellos «sin entrenamiento profesional los superaron en un 11 %».
Para Younger, el secreto de sus alumnos es que aprendieron sobre la «mentalidad colectiva del mercado, en el que la psicología es tan importante o más que las matemáticas» y así comprendieron por qué «la bancarrota de Grecia puede afectar sus inversiones en Google».
«Entender y unir esos puntos y ver que lo que ocurre en China afecta sus asuntos, es una enseñanza. Es mas fácil de entender cuando están invirtiendo en un proyecto donde sus decisiones son significativas y ven cómo literalmente se les va el dinero», añadió.
De este modo, los alumnos triunfaron en un negocio despiadado «no por ser mas listos o tener mas suerte», sino porque aplicaron el sentido común de «elegir valores en los que creen y entienden».
Además del dinero obtenido, que será donado a una organización de ayuda para jóvenes en situación de calle en barrios marginales de Montevideo, el proyecto también supuso un paso hacia la «madurez» de los alumnos, que durante el curso pasaron de «jugar a la bolsa a integrarse al mundo adulto y estar pendientes de las consecuencias de sus decisiones».
De hecho, la decisión de donar los beneficios también forma parte de esa enseñanza, ya que los estudiantes la entendieron como una inversión «que busca tener el mejor impacto y el mayor beneficio».
Por su parte, los alumnos se mostraron encantados por el resultado y por la experiencia de haber invertido, y ganado mucho dinero, en la Bolsa de Nueva York:»Me sorprendió ver cómo la gente puede ganar y perder mucha plata en un momento con la Bolsa. Como inversora, yo recomendaría que se fijen y piensen antes en qué es lo que mas le gusta a la gente, qué piensan y de qué hablan, y después aplicarlo», razonó Federica Hanania, una de las estudiantes.
Otro de los jóvenes, Juan Diego Martínez, de 18 años señaló que su aprendizaje fue «entender que todo es muy volátil» y que «el riesgo es seguro», pero que también hay que buscar siempre «el lado positivo y tener confianza». «En cualquier caso la experiencia es muy buena. Me abrió los ojos, y me encantaría tenerla de nuevo. Y donar los beneficios es una forma de agradecer la experiencia y darle una oportunidad a otras personas», indicó el estudiante.
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